jueves, 23 de agosto de 2012


Seguros del agro: todos piden, pero pocos compran

El maíz es uno de los productos que ha comenzado a aumentar la cobertura contra el riesgo climático en el país. 

El círculo vicioso entre agricultores y compañías aseguradoras comenzó a profundizarse con la inminente llegada del fenómeno de 'El Niño', ya que el mayor riesgo eleva los costos de las pólizas.

Los agricultores colombianos no compran seguros de cosechas porque no hay oferta de pólizas atractivas.

Por el contrario, los aseguradores no diseñan opciones innovadoras porque no hay compradores dispuestos a pagar lo que cuestan estas coberturas.

Paradójicamente, los agricultores toman seguros de vida, salud, vivienda, vehículos y hasta de maquinaria, pero no hacen lo mismo con el capital expuesto al sol y al agua, es decir, el que destinan al desarrollo de sus cultivos. Consideran que las primas son costosas y que cubrirse de los riesgos constituye un gasto que atenta contra la rentabilidad de su negocio.

Y lo peor: este círculo vicioso entre asegurador y asegurado comenzó a profundizarse con la inminente llegada de 'El Niño', ya que el fenómeno aumenta los costos de las pólizas debido al mayor riesgo.

Paulo Lemos, líder de práctica agrícola en DeLima Marsh, sostiene que el sector está trabajando para darles confianza a los agricultores, a fin de que crezca la masa crítica de asegurados, y el negocio se vuelva rentable para las partes. Sin embargo, reconoce que no es lo mismo diseñar pólizas con el 60 por ciento de probabilidad de sequía que había a comienzos de año, frente al 80 por ciento de llegada de 'El Niño', que se registra en la actualidad.

Ante la realidad del mercado, el Ministerio de Agricultura ha intentando solucionar el problema del precio de las pólizas, subsidiando hasta el 60 por ciento del valor de los seguros de riesgo climático y biológico.

Pero se trata de la misma historia fallida iniciada en 1993 cuando fue aprobada la Ley 69, que creó el Fondo de Riesgos Agropecuarios.

En Colombia, los seguros para el agro recobran protagonismo cada vez que hay inundaciones, sequías o problemas fitosanitarios.

Por ejemplo, las pérdidas causadas por 'La Niña' durante 2010 y 2011, y la inminente llegada de 'El Niño', han revivido el tema. El ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, intentó hacer obligatorios los seguros para el campo, indicando que a partir de enero del 2012 todos los créditos para siembras, otorgados por Finagro, debían estar cubiertos con pólizas de este tipo.

Hoy, casi un año después del anuncio, los gremios agrícolas y las compañías aseguradoras siguen discutiendo sobre el tema, pero la idea de establecer seguros obligatorios fue desmontada.

Aseguradores y productores están de acuerdo en que el Gobierno elimine el IVA de 16 por ciento a las pólizas. El Congreso estudia un proyecto que propone bajarlo a 5 por ciento.

BUEN POTENCIAL

Pese al fracaso de los seguros agropecuarios en el país, expertos consideran que este negocio tiene alto potencial en Colombia. De hecho, el agro nacional figura entre los más rezagados de América Latina en el desarrollo de coberturas de riesgo rural, lo que eleva las posibilidades de convertirse en una opción estratégica para la diversificación de productos por parte de las aseguradoras.

Y es que el alto nivel de exposición del sector a incurrir en pérdidas por diferentes causas, especialmente climáticas y biológicas, hace que los seguros se conviertan en una necesidad apremiante no solamente para los cultivadores, sino para el país, ante la urgencia de garantizar la seguridad alimentaria. .

Así lo recomiendan la FAO, el BID y la Cepal.

Uno de los pasos en favor del aseguramiento agropecuario consiste en que los productores reconocen que los seguros de su actividad es clave para reducir los riesgos. "Los agricultores deben entender que los seguros no son un gasto sin una inversión", sostiene el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Rafael Mejía. Sin embargo, admite que el problema es de letra menuda, debido a la dificultad que se registra a la hora de identificar, evaluar y cuantificar los siniestros.

José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, sostiene que son muchos los aspectos que han sido revisados para diseñar una póliza para que deje satisfechos a los productores y a las aseguradoras, pero no ha sido posible.

El presidente de Fedearroz, Rafael Hernández, reitera que los cultivadores del cereal sí necesitan un seguro.

"Lo que pasa es que nuestra experiencia en este tema no es la mejor. Trabajamos durante varios meses con una aseguradora, pero al final nos dijeron que el negocio no era rentable para ellos y que los costos de las primas serían muy altos frente a la posibilidades de los productores, debido a que los reaseguros internacionales se han incrementado ante la inminencia de la llegada de 'El Niño' y los posibles riegos biológicos".

LOS AVANCES

Las cifras de Finagro sobre cultivos protegidos contra riesgo climático dejan en evidencia el nivel de desprotección en que se encuentra el sector. Aunque este año el Gobierno destinó 31 mil millones de pesos para subsidiar pólizas rurales, entre enero y julio pasados Finagro tramitó 1.490 solicitudes para asegurar 17 mil hectáreas.

El valor asegurado de los proyectos es de apenas 108 mil millones de pesos.

Las pólizas expedidas en 2012 corresponden a banano, tabaco, plátano, plantaciones forestales, arroz, café, maíz, papa y sorgo.

¿Qué encarece las pólizas agrícolas?

Los seguros del agro son complejos. Las condiciones (letra menuda) son muy distintas a las de otros sectores. "Para que una aseguradora consiga la aprobación del ramo agrícola por parte de la Superfinanciera, se requiere la conformación de grupos de trabajo especializados", dice Paulo Lemos, de la corredora de seguros DeLima Marsh.

En la lista de costos figuran los siguientes: aumento de la nómina de personal especializado; inspecciones y visitas a los cultivos amparados; seguimiento y trabajo de campo; sobrecostos administrativos por atomización de productores, evaluaciones, proyecciones y valoración de daños; medición de niveles tecnológicos; seguimiento a prácticas de cultivo; revisión de infraestructura (riego y drenaje), condiciones topográficas; y amenazas de riesgos adicionales, entre otros aspectos.

Edmer Tovar M.

Editor de Portafolio


Fuente: http://bit.ly/Nj5mDB

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