Nuevo esquema basado en información satelital entrega primeras indemnizaciones a quienes se dedican al pastoreo
Lo primero que sientes al bajarte del bus en la aldea de Ginda, al norte de Kenia, es el mal olor.
Las tierras de Haro Sora, un agricultor de la zona, están atestadas de cadáveres de ganado y asnos que han fallecido tras una intensa y prolongada sequía. Cráneos y partes de tórax por doquier. En algunos sitios se observan animales enteros desplomados al lado del camino. Algunos han muerto hace apenas unos días y el viento puede hacer poco por despejar el aire.
Ginda, en el distrito de Marsabit, se ha visto afectada por la infame sequía del Cuerno de África, que ha traído como consecuencia una crisis alimentaria que afecta a casi 13 millones de personas en Kenia, Somalia y Etiopía. Después de más de un año, las lluvias finalmente retornaron a Ginda hace dos semanas.
La crisis alimentaria en el cuerno de África es el resultado de una crisis ganadera. Cuando la vegetación para el pastoreo comenzó a secarse y el ganado a morir en una importante zona pastoril, el impacto en los medios de vida de los agricultores se hizo evidente.
Pero ante este gris panorama, y además con serios problemas de liquidez, 650 criadores de ganado en Marsabit le apostaron a una entidad financiera que les vendió pólizas de seguros para protegerlos contra el riesgo de sequía. Este año están encantados de recibir sus primeros pagos por indemnización.
El esquema de seguros para ganado basados en un índice (IBLI, por sus siglas en inglés), coordinado por el centro hermano del CIAT, el Instituto Internacional de Investigación Pecuaria (ILRI) con sede en Nairobi, y un grupo de socios que incluye el Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID) del Reino Unido, es un ejemplo de innovación basada en el mercado 'inteligente' respecto al clima que podría ganar multitudes de adeptos en África y otras partes del mundo. El esquema está por culminar su segundo año de implementación.
La indemnización se hace efectiva no por la cantidad de ganado que fallece, sino por la información de imágenes satelitales que confirma que la disponibilidad de forrajes en los pastizales de la región ha caído por debajo del umbral establecido. Cuando esto sucede, los agricultores que han adquirido el seguro para ganado reciben su indemnización. El uso de satélites para rastrear la cobertura de forraje sirve además para evitar problemas como reclamos efectuados por animales fallecidos a causa de enfermedades o negligencia, y no por consecuencia directa de la sequía.
El pasado viernes, en una reunión en la aldea cercana de Dirib Gombo, donde algunos de los agricultores recibieron su indemnización, todavía quedaban algunos escépticos.
Fue inevitable la frustración de los que habían tomado la póliza el año en que el esquema fue inaugurado, y a pesar de haber perdido animales, no recibieron su indemnización porque no se traspasó el umbral mínimo de forraje. Ellos decidieron no renovar sus pólizas y entonces vino la sequía.
Volviendo a la aldea de Ginda, la cruel ironía es que aunque Haro Sora hubiera tomado el seguro para ganado, probablemente no habría recibido indemnización por los animales muertos que vimos esparcidos a nuestro alrededor.
Ya debilitados y tras meses al borde de la inanición, los animales no pudieron soportar el clima frío que vino tras el tan esperado retorno de las lluvias. Murieron de hipotermia, con verdes retoños brotando a su alrededor.
Por Neil Palmer
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