Sabía que no debía esperar el Nepal de las "guías turísticas" que describen picos nevados majestuosos, banderas multicolores de oración ondeando contra cielos azules despejados. Pero realmente no estaba preparado para el Terai. Casi a 120 km al oeste de la capital Katmandú, se encuentra una planicie de tierras bajas, brumosa y sofocante, en donde las temperaturas diurnas rondan los 45 °C y se apaciguan un poco después de que anochece. Con tanto calor y sudor de día y de noche es difícil concentrarse. Durante los primeros días, casi de seguido solía cerrar los ojos y soñar rápidamente que bebía agua helada sin parar; veía torrentes de cataratas, nadadores rusos del tipo olímpico zambulléndose en lagos semicongelados. Las...