Aunque la perspectiva que se vislumbra para el 2015 es de bajo crecimiento, el panorama podría cambiar si se toman a tiempo acciones de tipo tributarias, de financiamiento, asistencia técnica y de propiedad de la tierra, que permitan lograr economías de escala en la producción agropecuaria.
La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) estima que la actividad productiva agropecuaria crecerá para este año entre 2,5 y 3,0 por ciento. Sin desconocer el entorno internacional, que enfrenta cambios y dificultades en materia económica, no hay duda de que si se sabe aprovechar la devaluación a nuestro favor, aumentando las exportaciones del agro, incluso promoviendo el turismo rural para nacionales y extranjeros, el panorama puede cambiar y los resultados ser beneficiosos para el país y el sector.
La devaluación del peso frente al dólar contribuye a encarecer las importaciones, favoreciendo de forma directa la producción nacional, además de mejorarle la competitividad a las exportaciones agropecuarias en los mercados externos.
Por otro lado, a pesar de las reducciones en los pronósticos del Producto Interno Bruto (PIB), un crecimiento entre 3 y 4 por ciento, con devaluación, vendrá acompañado de demanda interna de materias primas y productos de origen agropecuario.
Otro factor que incide de manera favorable para las previsiones de este año es la expectativa de crecimiento de la economía norteamericana, principal destino de las exportaciones de productos agropecuarios y agroindustriales, y la aparente posibilidad de que las condiciones de entorno macroeconómico a nivel nacional continúen sin mayores cambios.
Aunque la perspectiva que se vislumbra para el 2015 es de bajo crecimiento, debido a factores como la baja rentabilidad que afecta a la mayoría de actividades agropecuarias, consecuencia de la caída en los precios; la falta de provisión de bienes públicos para el sector; la incertidumbre de los bajos precios internacionales, por cuenta del aumento en la oferta y el débil crecimiento de la economía mundial; la menor dinámica de la actividad cafetera, así como la percepción de condiciones climáticas desfavorables, por la anunciada ocurrencia del fenómeno de El Niño, el panorama podría cambiar de forma favorable si se toman a tiempo acciones inmediatas de tipo tributarias, de financiamiento, asistencia técnica y de propiedad de la tierra, que permitan lograr economías de escala en la producción agropecuaria, lo cual conduciría a tener mejores resultados en términos de calidad y cantidad de la producción, eficiencia en costos, mayores ingresos y más beneficios sociales y ambientales.
Colombia produce 31,6 millones de alimentos, pero exporta 4,4 millones, importa 10,3 millones; es decir, un consumo aparente de 37,5 millones de toneladas, esto para decir que solo disminuyendo la importación de alimentos se puede generar un crecimiento en la producción y en el consumo interno.
Resulta importante señalar que la SAC estimó un crecimiento en el valor de la producción agropecuaria para el 2014 del 2,9 por ciento, apostándole a una cifra incluso un poco más alta a la reportada por el Dane, que fue de 2,3 por ciento, explicado principalmente por el aumento en la producción cafetera que alcanzó el 12 por ciento, contribuyendo con 1,2 p.p. en dicho crecimiento.
El bajo crecimiento de la actividad productiva agropecuaria, en el 2014, estuvo asociado principalmente a la caída en las áreas cosechadas y al intenso verano que azotó gran parte del territorio nacional, y que no solo impidió, en algunos casos, las siembras, sino que provocó pérdidas de áreas sembradas y caída en los rendimientos por hectárea. En el caso de la ganadería, su impacto fue igualmente negativo, ya que la falta de agua produjo escasez de pastos y forrajes para el ganado e incluso se reportaron pérdidas por muerte de animales.
Otro factor que, sin duda, incidió en las decisiones de inversión por parte de los agricultores, fue la poca rentabilidad que vienen sufriendo algunos renglones agrícolas, debido a los bajos precios y a los elevados costos de producción, pero también por las dificultades, principalmente de los pequeños y medianos productores, para mejorar los niveles de productividad de los cultivos y compensar los bajos precios. Dichas dificultades están relacionadas con la falta de acceso al crédito y a la asistencia técnica, entre otros.
A todo lo anterior se suma la incertidumbre jurídica de la propiedad de la tierra, generada por las equivocadas interpretaciones de la Ley 160 de 1994, siendo un factor que limita y seguirá limitando la inversión privada en el sector.
En medio de un entorno internacional que genera inseguridad, la economía colombiana ajusta su nivel de tasa de cambio y debemos aprovecharla, sus finanzas públicas deben mejorar, la falta de coherencia fiscal acabarse. La desindustrialización, la alta dependencia frente al petróleo y la lentitud en tener una verdadera política agraria de Estado son factores negativos que se deben contrarrestar dando apoyo a la política agraria, en la cual quepan la agricultura familiar, el pequeño, mediano y grande productor, buscando finalmente la empresarización del campo para lograr un mayor crecimiento y rentabilidad del sector.
Rafael Mejía López
Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).
Fuente: http://bit.ly/1BxHePv