martes, 25 de mayo de 2010


El gran reto agropecuario

Tratar de mantener al campesino haciendo lo mismo que su padre y abuelo no es ayudarlo. Se le ayuda si produce lo que será competitivo mundialmente.

La necesidad de los candidatos por captar el mayor número de votos, y de algunas autoridades públicas por hacerse notar, se viene manifestando en contra de la firma del TLC con la Unión Europea, argumentando, entre otras cosas, que los productores del sector agropecuario saldrán perjudicados, dejarán de vender sus productos y engrosarán los altos niveles de pobreza en nuestro sector rural.

Presentan cifras sobre los significativos subsidios que reciben los productores europeos y consideran que el plazo de 20 años que tendrían para empezar a enfrentar la competencia externa sin aranceles, en el caso de la leche, no es suficiente. Todo esto crea confusión en la opinión pública.

Y esa confusión se amplifica cuando las propuestas de los candidatos, para hacer de nuestro sector agropecuario un importante generador de ingreso y un oferente de productos de buena calidad y bajo costo, son genéricas y repetitivas de las soluciones que se vienen ofreciendo desde hace más de dos décadas y que no han funcionado.

El problema lo analizó Lauchlin Currie hace unos cincuenta años pronosticó que mientras no existiera una demanda interna muy fuerte para productos del sector, por la débil capacidad adquisitiva de los colombianos, los apoyos a los productores agropecuarios, basados en subsidios, aranceles, créditos y demás, no resolverían la pobreza de los campesinos ni la de los consumidores en general. Por eso propuso como solución generar mayor demanda por esos productos estimulando el sector de la construcción.

Inflaciones altísimas, déficit fiscal y otras dificultades hicieron olvidar ese enfoque de Currie.

Los años pasan, el problema sigue y, afortunadamente, el limitante de la demanda local parece encontrar salida con la globalización y la inserción de nuestro sector en un mundo de 6.700 millones de personas (no 25 millones de colombianos pobres) que requerirá alimentos de origen vegetal y animal, propios del trópico y no de zonas templadas.

Por otro lado, la traba rural continúa. Según las últimas cifras del Dane, en el trimestre enero-marzo de 2010 estaban ocupados en el sector 3,5 millones de personas (la gran mayoría en lo agropecuario, y pocos en silvicultura, caza y pesca) generando aproximadamente un 8,5 por ciento del PIB.

El resto, o sea, 15,1 millones estaban ocupadas elaborando el otro 91,5 por ciento del PIB. Esta simple radiografía ya muestra que un ocupado en la ciudad produce 2,5 veces más que su par en el campo.

¿Y por qué produce tan poco el campo? Muchas razones, unas más persistentes que otras, lo pueden explicar: violencia, falta de infraestructura, crédito... pero hay una fundamental, y es la inadecuada utilización de la tierra.

El gráfico muestra la vocación del recurso básico tierra y cómo se utiliza.

El primer gran desbalance está en una ganadería que ocupa 42 millones de hectáreas cuando debería operar en máximo 10, lo que significa que cada animal, en promedio, invade cerca de dos hectáreas de terreno no apto para esa función.

Probablemente, aquí hay más destrucción de valor del recurso natural que el PIB generado por la ganadería y que, como se dijo, es muy poco por trabajador ocupado.

¿Será que se está confundiendo el negocio ganadero con el negocio de tener tierra?

Así mismo, el área para cultivos transitorios o permanente está subutilizada, fácilmente podría ser el doble de su manejo actual, pero no con cualquier cultivo.

Un error es estar produciendo frutos que al no ser propios del trópico tienen elevado precio interno, altísimos costos de producción, y siempre estarán sometidos a la competencia desleal por los subsidios que otorgan a estos productos los países de las zonas templadas.

Resultado de tan ineficiente utilización de la tierra es la marcada diferencia entre el ingreso per cápita de los habitantes de las áreas urbanas y el de los de las áreas rurales.

De los análisis de la Misión para el Estudio de la Pobreza y Distribución del Ingreso se infiere que en los últimos tres lustros esta diferencia puede ser de 1 en el campo, a 3 en la ciudad, lo cual no sería tan grave si el ingreso mensual per cápita rural no fuera bajo: era cercano a $170.000 en 2006; esto también explica en buena parte el gran número de desplazados que llega a la ciudad.

Obviamente, tan poco ingreso mantiene el porcentaje de pobres de la población rural en niveles de 65 por ciento y de indigentes en 32 por ciento.

Ante estos resultados es claro que la operación de nuestro sector agropecuario ni está generando los ingresos necesarios para sacar de la miseria al trabajador asalariado rural, ni ofrece precios y condiciones competitivas en el mercado mundial para un buen número de productos, lo cual no es bueno para el consumidor colombiano.

Si esto es así, parece poco razonable que nos demos plazos de 20 años más para ver si cambiamos nuestra productividad y podemos competir en el mercado global.

Si no hacemos una urgente reingeniería del sector para aumentar su productividad, su papel como generador de riqueza seguirá estancado por la poca demanda interna y, por ende, el pronóstico de Currie se seguirá cumpliendo.

Los TLC aceleran esa reingeniería para bien de campesinos y citadinos.

Como los recursos son escasos (los presupuestos públicos son deficitarios) las propuestas de los candidatos tienen que ser más concretas y determinar prioridades.

Bien harían en empezar por reconocer que programas para generar ingreso agropecuario no son necesariamente los programas para atender la pobreza del campesino.

Para los primeros, miremos lo que hacen los brasileños, chilenos, y ahora los peruanos. Para lo segundo, habrá que reconocer que tratar de mantener al campesino haciendo lo mismo que su padre y abuelo no es ayudarlo. Se le ayuda si produce lo que será competitivo mundialmente.

Educación, tecnología, análisis de mercado y crédito es la ayuda. Si no es competitivo, la plata se perderá y la pobreza seguirá.

John Naranjo Dousdebés / Director Área de Entorno Económico, Político y Social de Inalde www.inalde.edu.co


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