Durante la reunión de la convención de Cambio Climático de Naciones
Unidas en Perú se presentó el libro The New Climate Economy, o La
nueva economía del clima, publicación del World Resources Institute
que hace énfasis en el sector agropecuario y el uso del suelo y su
relación positiva y negativa con el cambio climático.
La gran pregunta es: ¿para 2050 se podrá cubrir la demanda de la
población mundial en términos de comida y madera sin generar una mayor
degradación? Para ese entonces, y en relación a 2006, la demanda de
calorías habrá aumentado en 70%, se estará demandando por persona el
doble en carne y leche y se habrá triplicado la demanda por madera. De
otra parte, si no cambian las formas de uso del suelo, el 25% de la
tierra ya estará severamente degradada y otro 8% moderadamente
degradada, lo cual dificulta la producción de alimentos.
Las cifras demuestran que entre 2000 y 2010 América Latina fue el
lugar del mundo donde más se deforestó, doblando el área de África y
casi triplicando la de Asia. Somos parte del problema y debemos ser
parte importante de la solución.
En el documento se dice que, para invertir el proceso, el punto de
partida es mejorar el ingreso para los habitantes del campo y en
especial para aquellos dependientes de los bosques. Esto exige
invertir para mejorar la productividad en sistemas amigables con el
medio natural, disminuir los efectos negativos de la ganadería,
mejorar el aprovechamiento sostenible de los bosques y restaurar
paisajes agropecuarios y bosques degradados. El documento muestra
ejemplos de cómo se ha disminuido la deforestación en Brasil, se han
recuperado laderas degradadas en China y se han restaurado grandes
extensiones en Níger. Enorgullece que el ejemplo de paisajes ganaderos
recuperados se ilustre con una fotografía del Cipav (Centro para la
Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria). El
Cipav es una organización colombiana que está impulsando sistemas
silvopastoriles en Colombia y América tropical con el uso de árboles y
arbustos en fincas ganaderas.
El documento propone y demuestra que a nivel global es factible
disminuir entre 2010 y 2030 la emisión de gases de efecto invernadero
mientras se aumenta la producción de alimentos y se reduce la
deforestación a cero para 2030, restaurando 150 millones de hectáreas
de suelo agropecuario y 350 de bosques degradados, disminuyendo la
pérdida o desperdicio de alimentos y, desde luego, pasando los
subsidios que hoy hay en el mundo para la producción y el uso de
agroquímicos a fondos de apoyo para la agricultura inteligente
adaptada al cambio climático.
Tanto a través de la Declaración de Nueva York (Sep. 2014) como de los
compromisos adquiridos ante Naciones Unidas en la COP20 en Perú,
Colombia está comprometida a restaurar 1 millón de hectáreas y a
detener la deforestación. Vamos a ver si somos capaces de hacerlo, si
adaptamos nuestro Plan de Desarrollo 2015-2018 y los sucesivos a los
retos y oportunidades que nos plantean el mundo contemporáneo y el
cambio climático.
Juan Pablo Ruiz Soto** Miembro del Consejo Nacional de Planeación.
Twitter: @Juparus / | Elespectador.com
Fuente: http://bit.ly/1AiEIQY