Cuando en la República Bolivariana de Venezuela veíamos dictar al capricho de Chávez la frase célebre de exprópiese para alzarse con sectores productivos y trasladarlos en cabeza del Estado, no alcanzó el pueblo venezolano a medir las graves consecuencias negativas hasta el paroxismo de destruir económicamente al país con mayores reservas de petróleo del mundo.
La expropiación es el mecanismo populista y centenario de la izquierda para destruir a los que producen para repartirlo -bajo la bandera social- o trasladarlo a quienes no tienen la aptitud, la vocación y la tradición para producir en igualdad de condiciones.
La teoría de la colectivización de los medios de producción en cabeza del Estado resultó de la tesis de Carlos Marx en el libro 'El Capital', escrito en 1890 y comprobada en Rusia, China, Rumania, Checoslovaquia, Cuba y ahora Venezuela, como un modelo impracticable, regresivo, exitoso únicamente como productor de pobreza y miseria. Meramente, por estar centrada en contravía de la naturaleza humana: El egoísmo. Es imposible predicar que todos los trabajadores ganen igual a trabajos diferentes, porque tal dialéctica desestimula la producción. Rusia giró 180 % su sistema comunista y aperturó la empresa privada con la doctrina de la Perestroika del presidente Gorbachov.
El presidente negocia su objetivo sin importar la opinión de la mayoría de los colombianos, retorna a las tesis populistas de la expropiación de las tierras rurales, poniendo en peligro la seguridad jurídica del sector agropecuario al anunciar la extinción del dominio y la expropiación de títulos de propiedad privada sin importar su tradición antiquísima como las que provienen de la corona española. Se vaticina el decrecimiento económico en el sector agropecuario con las anunciadas políticas que desestimulan la inversión.
El agro colombiano está en condiciones subnormales principalmente porque en vastos sectores se carece de luz eléctrica, vías terciarias y asistencia crediticia efectiva que apalanque su desarrollo tecnológico. El agro colombiano viene del padecimiento de las siete plagas de Egipto: la extorsión, el abigeato, el secuestro, el fenómeno del Niño, el fenómeno de la Niña, los TLC y el olvido estatal.
La demagogia y el populismo consignado en el acuerdo de La Habana es de tales proporciones que intentan repartir millones de hectáreas baldías presuntamente para ser repartidas a quienes ellos designen; desconociendo que para titular un bien baldío el requisito legal sine quanon resulta ser la ocupación que de este ejerza el peticionario. ¿Van a desplazar a los actuales ocupantes?
¿Cuáles son los baldíos de la nación? En reciente entrevista el Mingricultura reconoció que a la fecha su despacho no conoce cuántos predios están baldíos.
En el sector agropecuario se sufre al padecer de una legislación en contra vía del sentimiento nacional.
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