No hay punto de acuerdo por ninguna parte, para la industria sobra leche, para los ganaderos hay crisis en los hatos por los altos costos de producción y por eso piden que paguen más. Los once pesos que le subieron al precio de la leche a los productores revivió la discusión que libran los ganaderos y la industria procesadora por el precio de venta del litro de leche.
Para los primeros, sus altos costos de producción no soportan más esos precios tan bajos (728 pesos, en promedio) y el verano está secando las vacas; por su parte, la industria alega que hay suficiente leche en el país y que los inventarios son bastante altos, es decir, hay leche de sobra para abastecer el mercado.
Originalmente, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) pidió que fueran 80 pesos por litro: 30 como incremento fijo al precio base y 50 como 'prima de verano', que podría desmontarse una vez llegase el invierno.
Este 'tire y afloje' que ya lleva 10 años, luego de haberse abolido al norma del 70-30 o Acuerdo Nacional Lechero, en la cual el 70 por ciento del precio de la leche al consumidor lo recibía el productor y el restante 30 se lo repartían los actores de la cadena, es decir, el transporte, la comercialización y la industria procesadora.
Para tratar el tema hay dos posiciones claramente definidas: la de Fedegán y la de la Asociación Colombiana de Procesadores de Leche (Asoleche), y es tal la oposición que por cada iniciativa dada a conocer por uno, el otro de inmediato sale a controvertirlo.
Además, en el proceso de la formación del precio final al consumidor no hay una única fórmula, por el contrario, se convierte en un hoyo negro en que se dice mucho y no se aclara nada.
¿La razón? Los diferentes tipos de leche que se comercializan, las zonas donde se compra, la cantidad de intermediarios (transportadores), la condición climática y la oferta o escasez del producto en el mercado nacional. Así, los precios van entre 1.640 pesos (litro de pasterizada) hasta 2.394 (larga vida).
Vale la pena aclarar que este tipo de leche subió 100 pesos al consumidor durante el 2009, mientras que al productor le bajó en 13 pesos; es decir, el aumento decretado por el Gobierno ni siquiera les devuelve al mismo precio que tenían hace un año.
Para Jorge Andrés Martínez, director de Asoleche (que agremia a 30 empresas procesadoras), además de los inventarios anotados, los once pesos "dan una señal equivocada al mercado, pues el consumo per cápita no crece y en el mercado internacional el precio de la leche ha caído".
Martínez reclamó también que sus empresarios afiliados llegan a pagar hasta 900 pesos por litro de leche, pues se pagan bonificaciones por calidad y algunas de tipo 'voluntario', por lo que el precio de 728 pesos es solo un promedio nacional.
Por último, consideró que los recursos parafiscales que nutren al Fondo Nacional del Ganado (FNG) debieron utilizarse en financiar inversiones en riego y forrajes para los ganados y no esperar a que el verano afectará la actividad ganadera.
Por su parte, José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán dice que los problemas de la cadena láctea son graves como resultado de una falta de voluntad política y de compromiso por implementar una política lechera que concilie los intereses privados y privilegie el bienestar de los consumidores.
Además, Lafaurie considera que los industriales no han hecho esfuerzos por ampliar su capacidad, pues ha pasado de 2.300 a 3.000 millones de litros anuales, entre 2000 y 2009, mientras la producción del hato lechero creció, en el mismo lapso, de 5.386 millones a 6.540 millones.
"Así, con una industria que no acopie lo que se produce, la leche está yéndose a la informalidad (cruderos), quedándose en las fincas o volviéndose queso en el mercado local", dijo.
Por último, entre Fedegán y Asoleche, sólo coinciden en que es necesario incrementar el consumo per cápita de leche en Colombia, mientras que en cuestión de precios y política lechera, cada uno marcha por su lado.
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