El sector agropecuario fue uno de los principales damnificados por el fenómeno de El Niño. La fuerte sequía afectó las siembras y la salida de las cosechas, lo que redujo la oferta alimentaria.
Esto, aunado al desinterés gubernamental por permitir el acceso de importaciones, determinó el alza generalizada de los precios agrícolas lo que, junto al impacto de la devaluación, ha llevado a que la inflación total se ubique lejos de la meta del Banco de la República.
Con la llegada de las lluvias, las siembras y la salida de algunas cosechas se han venido normalizando, por lo que ha mejorado el abastecimiento en los mercados y, en consecuencia, se ha registrado un crecimiento cada vez más moderado de los precios de los alimentos.
Infortunadamente, esta tendencia se vio afectada por el paro camionero, pero se espera que, con la regularización del servicio de transporte, durante los próximos meses la oferta alimentaria progresivamente aumente, lo que debe expresarse en menores precios a los consumidores.
De otra parte, el período de revaluación del peso, producto del auge petrolero, no propició la diversificación de las exportaciones y tampoco estimuló la ampliación de la oferta exportadora diferente a la minero-energética.
Con el fin de este auge y la consecuente devaluación de la moneda se esperaba una pronta recuperación de las exportaciones industriales y agropecuarias. Sin embargo, hasta ahora esta respuesta no ha sido la esperada y el país mantiene un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que es muy alto frente a los estándares internacionales.
No obstante, las exportaciones agropecuarias han tenido un relativo mejor desempeño que las industriales.
Así, en junio de 2016, las exportaciones del grupo de bienes agropecuarios, alimentos y bebidas, luego de meses de crecimientos bajos y negativos, tuvo un incremento de 17,4 por ciento con respecto a las registradas un año atrás.
Como se ve, los actuales problemas de oferta agrícola para el mercado nacional y de exportación están afectando la estabilidad macroeconómica del país a través del fenómeno inflacionario y del déficit en la balanza comercial.
Con el propósito de aportar a la solución de ambas problemáticas, la política agrícola debe enfatizar la dinamización de la producción y la oferta agrícola.
Los buenos precios que hoy en día tienen los diferentes productos agropecuarios en el mercado nacional y la mejora en los ingresos y la rentabilidad de los bienes transables (importables y exportables) resultado de la devaluación, constituyen un factor que favorece la efectividad de la política sectorial.
Hasta el momento, no se tiene mayor conocimiento sobre la forma como se viene ejecutando el programa gubernamental "Colombia Siembra", que tiene como principal objetivo, precisamente, impulsar la oferta agrícola.
Dada la problemática que se enfrenta, y que tiene importantes repercusiones en los fundamentales de la economía, se espera de las autoridades sectoriales un alto nivel de compromiso y diligencia de tal forma que su programa bandera impacte de manera eficaz la dinámica productiva de la agricultura, pues cada día se hacen más evidentes los altos costos de contar con una política agrícola deficiente.
Fuente: http://bit.ly/2aBMJJx