La semana pasada, el Congreso de Colombia aprobó el texto final de una nueva ley que creará el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria (SNIA). En pocos días, el presidente Santos deberá sancionar el proyecto y le entregará al sector agropecuario colombiano una nueva norma de enorme poder transformador.
Las apuestas estaban en contra. El fast-track terminaba el 30 de noviembre, y era necesario que ambas Cámaras en el Congreso debatieran y votaran el proyecto, en medio de un ambiente político difícil. No lograrlo implicaba desechar una oportunidad única. Y se logró.
El lunes 27, el Senado, luego de haber movido el proyecto a paso de tortuga por casi tres meses, decidió privilegiar su debate y votarlo favorablemente. Todos los partidos se refirieron en términos positivos a la iniciativa, con excepción del Polo que lo votó negativamente. El Centro Democrático se abstuvo de votarlo por ser parte del paquete de implementación del Acuerdo de Paz, pero también manifestó su acuerdo con el contenido.
El martes 28 llegamos animados a debatir el proyecto en la Cámara de Representantes, que también lo priorizó en el orden del día. Pero lo que inició como un debate en positivo y constructivo, terminó en un gran despelote. Al final de la jornada, se levantó la sesión faltando un bloque importante de artículos por votar y con un sinnúmero de proposiciones de todo tipo que buscaban modificar el proyecto. Al cierre de ese día, el SNIA estaba prácticamente muerto.
Entre la noche del 28 y el 29 sucedió el milagro. El ministro de Agricultura, Juan Guillermo Zuluaga, se fajó y logró generar una dinámica virtuosa entre una mayoría de representantes para salvar el proyecto, con el argumento de que, o se aprobaba el mismo texto del Senado o el proyecto se hundía. A esas alturas era imposible una conciliación de textos, pues el fast-track terminaba al día siguiente.
Primó la razón. La Cámara desechó todas sus proposiciones y en un acto patriótico votó el mismo texto que el Senado. El Polo y la Alianza Verde votaron negativamente, aunque algunos de sus representantes reconocieron que el proyecto tenía virtudes. El resto de los partidos votó a favor de la creación del SNIA, incluso con el voto de algunos del Centro Democrático. Y se logró. A última hora, como es costumbre, pero se logró.
En mi opinión la Ley del SNIA será la norma más importante del sector agropecuario desde la Ley 101 de 1993. Integrará la investigación, el desarrollo tecnológico, la formación, la capacitación y la extensión agropecuaria en los territorios en función de la innovación y la mejora de su productividad y competitividad. El SNIA reconoce la heterogeneidad y las diferencias profundas entre muchos territorios y sus comunidades y promoverá esfuerzos y apoyos diferenciales para aquellos más marginados y vulnerables.
El SNIA ordena la concurrencia de las fuentes de financiación pública y logrará que las inversiones del Estado se orienten mejor. La investigación será más pertinente y sus resultados llegarán a los productores eficientemente. La formación más ajustada a la realidad del campo. La extensión agropecuaria se planificará y desarrollará ordenadamente en las regiones en función de los cambios que requieren los productores, sus cultivos y su entorno para que sus resultados y condiciones de vida mejoren. El SNIA es una realidad y todos, públicos, privados,la academia y productores, tenemos que trabajar para sacarle el máximo provecho.
Fuente: http://bit.ly/2AeyQfD